Monterrey, México
El cuerpo edificado del proyecto trata de identificar y dar una representatividad al lugar donde se ubica. Su frente urbano se propone como remate de las visuales de la calle principal de acceso.
El conjunto se desdobla en dos cuerpos, en cuya comisura se crean espacio de vida y visiones cruzadas. Por un lado, la base es una topografía habitada como extensión del propio territorio natural, por encima de ella se suspende un cuerpo compacto -según la directriz radial- que ordena el resto de edificios del plan maestro. El volumen superior conforma un patio, abierto en su base sobre el vacío de la planta baja y enlaza, de este modo, el conjunto en un único espacio.
El proyecto tiene la máxima ambición ambiental y energética. El edificio debe ser capaz de producir la misma energía que consume a lo largo del año (nZEB) y acreditar algunas certificaciones de muy alta cualificación. Se propone una arquitectura que alcance por sí misma un rendimiento natural óptimo, para que el uso final sea poco demandante de energía y de equipamiento mecánico añadido. Para ello el diseño trata de implicar intensivamente el comportamiento bioclimático de los sistemas, potenciando los flujos termodinámicos, así como otros recursos naturales en la obtención del confort interior.
La configuración del patio central, combinado con la topografía abierta de la planta baja, propician un tiraje permanente de aire ascendente, que se refresca al contacto con la superficie horizontal de agua del atrio, a su vez la sombra y la evapotranspiración de la vegetación en altura ayudarán a atemperar este recinto.
Los paños de celosía a lo largo de las fachadas longitudinales a base de piezas de concreto poroso permiten modular la radiación solar y disipar el calor, además de refrescar y canalizar hacia el interior del atrio las brisas rasantes. Las propiedades inerciales de la estructura de concreto atemperan las puntas y disminuyen el uso de los sistemas mecánicos.
La demanda energética que requiera finalmente a lo largo del año se compensa por una producción equivalente de energía renovable, producida en el propio recinto construido. A ello va destinada la gran pérgola superior, compuesta por paneles fotovoltaicos que además de sombrear actuarán como una planta generadora de electricidad.
El proyecto intenta surgir desde la aproximación de una mirada global, confrontada a las circunstancias tan especiales del clima y cultura de Monterrey.
La arquitectura incorpora el sorprendente escenario de la cordillera recortada y el extremo carácter del lugar. El resultado no responde a ideas o estilos preconcebidos, sino que explora los registros expresivos de los sistemas que necesariamente combina.