¿Serán los edificios nZEB más confortables?
Es importante tener presente la relación entre consumo energético y confort. No siempre un consumo energético, por bajo o alto que sea, corresponde a la obtención de una situación de confort.
Los usuarios en los edificios responden a la falta de confort de dos maneras: o bien adaptando su entorno, por ejemplo, abriendo y cerrando las ventanas o encendiendo la climatización, o bien adaptándose al entorno, por ejemplo, cambiando su vestimenta u ocupando los espacios más confortables en función del día y de la temporada.
Un nivel bajo de confort puede comportar importantes ahorros en términos de consumo energético, pero por razones obvias estos casos no deben considerarse en un balance energético global. Sin embargo, no son raros los casos en los que el consumo energético no corresponde a una condición de confort suficiente, sobre todo en edificios existentes en regiones de bajos recursos económicos. Por otro lado, son frecuentes los casos en los que requerimientos ambientales muy exigentes generan un gasto energético excesivo, generalmente debidos a usuarios poco concienciados o a edificios incapaces de mantener una situación climática adecuada.
En el ámbito normativo de España la parametrización del confort actualmente no tiene una definición suficientemente detallada: en las herramientas ministeriales este valor depende únicamente de los valores de temperatura de consigna de calefacción y climatización. En consecuencia, los edificios nZEB tendrán que tener en cuenta no solo la reducción de consumo sino también tendrán que conseguir una condición de confort desvinculada de un único parámetro de temperatura de consigna.